En muchas ocasiones me habían dicho que nunca debía de
viajar sola, decían que es muy peligroso para una mujer hacerlo pero para mí el
peligro que eso involucraba y la prohibición lo hacía aún más deseable, es por
eso que me aventuré a mandar a todas esas voces al demonio, si no era ahora
¿cuándo?, ¿cuánto tiempo iba a dejar pasar para hacer algo que deseaba tanto?,
¿iba a dejar que el miedo me impidiera hacerlo? No lo creo, no más.
Creo que mi deseo de viajar sola creció desde que conocí a
muchas personas, entre estas, muchas mujeres que lo hacían. A ellas las conocía
por casualidad en hostales, trenes, aviones, autobuses, o por amigos. Ellas
recorrían países lejanos, aprendían de sus culturas y, por lo general, se
encontraban con gente maravillosa que les ayudaba y con la que hacían grandes
amistades. Yo quería ser como ellas; quería viajar sin miedo, ser fuerte e
inteligente para resolver los problemas que se me presentaran, quería ser
independiente como ellas, toda una viajera preparada para lo que sea que me
fuera a encontrar en mi siguiente destino aunque esto fue más difícil de lo que
pensaba.
Tower Bridge en Londres. |
Cuando decidí hacer mi viaje sola, tengo que admitir, estaba
muy nerviosa, tenía muchas ansias, estaba aterrada por lo que podría pasar, me
imaginé todos los escenarios posibles para tener de plan A hasta el Z. Dentro
de mí trataba de calmarme diciéndome que ya debería de estar acostumbrada para
este momento, quiero decir, ya había viajado estos pasados meses en muchas
ocasiones, la única diferencia es que en mis viajes pasados tenía compañía. A
veces viajaba sola a mi destino pero ahí mismo me encontraba con amigos con
quienes seguiría viajando.
Cuando uno viaja solo, tiene que saber que si te pierdes, si
caes, si pasa lo que sea, estarás sol@, estaba al tanto de esto y es por ello
que la idea de viajar sola no era lo que me llenaba de ansiedad, sino tener a
nadie a quien acudir en caso de ayuda, no tener a alguien con quien encontrar
el camino correcto y no tener con quien compartir momentos bellos. Es por ello
que un día antes de partir a mi aventura no pude dormir, parte por emoción,
parte por estrés, parte por ansiedad. Era obvio que tenía miedo pero pensaba
que, al fin y al cabo, así es la vida. Algún día tenía que salir de mi zona de
confort, tenía que crecer como persona y aprender a no depender de otras ya
que, finalmente, vamos a vivir con nosotros mismos toda la vida, así que ¿por
qué no tomarse el tiempo de conocerse a uno mismo y hacer lo que a uno le
gusta?
Stephany a mi derecha y Gautier a mi izquierda. |
Viajar solo también te impulsa a hablar con gente nueva,
gracias a esto conocí a varias personas con las que conviví en los días que
estuve en Londres y junto con los cuales salí a conocer la ciudad, entre ellos
se encontraban una pareja muy amable que venía de El Salvador llamados Néstor y
Stephany, además de un chico muy amigable y divertido llamado Gautier de
Francia con los cuales tuve la oportunidad de conocer Londres.
También tuve la oportunidad de conocer Warner Bros Studio y realicé
el Tour de “The making of Harry Potter”. Ya que había ido sola, dispuse todo el
tiempo que quería para tomar cuantas fotos quería y disfrutar de mi propia
compañía.
Volver a mi ciudad en Alemania fue difícil, quería seguir
conociendo la ciudad y convivir más con mis nuevos amigos pero tenía que
partir, tenía que estudiar para mis próximos exámenes en la universidad. Nunca
olvidaré las aventuras que viví en Londres, gracias a esta experiencia pude
crecer como persona, aprender de otros, conocer nuevas culturas, lenguajes y
gente.
Plataforma 9 3/4 en Warner Bros Studio. "The making of Harry Portter" |
Ahora digo que no hay que tenerle miedo a las aventuras
porque es eso que las hace tan emocionantes, que tienden a ser peligrosas y
bellas al mismo tiempo. Y viajar solo, vaya que es una aventura digna de vivir.
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